martes, 17 de mayo de 2011

El que se fue

Pocos podemos imaginarnos qué se puede sentir cuando descubrimos que desaparece una especie. Un conjunto de organismos únicos con recursos y bellezas descubiertas y por descubrir, que nunca más estarán en este mundo ni en ninguno. Que se fueron para siempre porque no hicimos lo suficiente para salvarlos. Pero mucho menos podemos imaginarnos que con una sola muerte haya algo peor; sin embargo en este caso así lo fue. El domingo 15 de mayo de 2011 falleció uno de los más grandes naturalistas que haya tenido Argentina, a quien por pertenecer a esta época no podemos dejar de poner a la altura de los históricos como Hudson, Moreno y tantos otros. Juan Carlos Chebez fue sin dudas un mentor de miles de proyectos a quien muchas especies le deben la vida y su descendencia sin siquiera saberlo nunca. No importa, él no tenía el sentido antropocéntrico que aflora y afloró por miles de años desde que nos creemos la “especie dominante”.

Está en todos nosotros el averiguar todo lo que podamos sobre él y su gran obra, tratar de conseguir sus libros y de luchar por los que aún no fueron publicados, tomando conciencia sobre cada especie en peligro y cada ambiente que necesite protección.

Fue criticado por algunos por “no poseer título universitario”, aunque los maestros de la vida adquieren sabiduría a partir de su propia vida, de su inagotable e interminable investigación sobre la biodiversidad argentina, ya que era dueño de un conocimiento enciclopédico, incluso muy superior al de muchas personas con título (lo cual he podido comprobar).

Me es raro llorar la muerte de una persona que vi personalmente sólo en dos clases y una charla que presencié, y con quien intercambié unos pocos mails. No he tenido el gusto de conocerlo de cerca; sin embargo, al igual que muchos que amamos la naturaleza, siento su pérdida como si fuera la de un familiar o un amigo. Es casi o más incalculable suponer lo que perdemos con su muerte. Tal vez lo llore alguna lagartija de los exploradores -si es que quedan-, algún pato serrucho o hasta el mismísimo yaguareté. Con él se van miles de hectáreas que no serán reserva, pero quedaron también otras miles que dejó de legado. Nadie más que él pudo recopilar toda la información para las guías de reservas (incluyendo las que deberían serlo y no lo son todavía), o hablar de las especies en peligro con datos precisos sobre cada una de ellas e incluyendo en esos libros la problemática ambiental, además de muchos otros datos de interés.

Tal como me dijo una de mis profesoras de la EAN (Escuela Argentina de Naturalistas) debemos usar este inmenso dolor para que nos dé fuerzas. Hay una gran obra por continuar, que debería ser la obra de todos. Salvar nuestros ecosistemas es obligación de todos, cada uno desde su lugar y posición. Te vamos a extrañar, y con cada especie que se pueda salvar, sentiremos que hay un pedacito simbólico de tu enorme esfuerzo. Hasta siempre, Juan Carlos, los inmortales son pocos.

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Sebastián Fusco

miércoles, 27 de octubre de 2010

Hoy es un día triste

Hoy es un día triste por varias razones. La primera es más que obvia, murió una persona que más allá de sus muchos errores (los cuales siempre remarqué desde mi punto de vista) tuvo también varios aciertos y sobretodo coraje para enfrentarse a grandes corporaciones y personas bastante jodidas. No se enfrentó a todas, es cierto, la camaradería siguió su curso, sin embargo igual algo valió la pena. Resumidamente, fue y era el mal menor. Y dentro de él muchos logros democráticos. Mi tristeza no radica en la persona en sí, sino en todo lo que se nos viene. Ahora saldrán los buitres oportunistas a poblar el cielo y bajarán en picada a regodearse sobre el cadáver aún tibio. Con sus corbatas de seda y sus sonrisas de visitadores médicos saldrán a decirnos que son la mejor opción, la única. El miedo que todos ellos quisieron y quieren imponernos día a día, es el que se les debe tener. Pero no respeto como a las enfermedades, ya que aunque no lo creamos siempre hay formas de ignorarlos y combatirlos.
Un miedo parecido pero de ninguna manera igual al que hoy ví en la calle para con nuestros censistas. Desprecio e indiferencia hacia personas que más allá de estar haciendo su trabajo, están aportando su granito de arena por un país, el cual es muy necesario. Para construir se necesitan muchos ladrillos, cada uno de ellos es importante.
Realmente me produce mucha tristeza ver la imbecilidad e ignorancia y por qué no falsedad en muchas personas. Responder unas simples preguntas solamente porque es su obligación ciudadana, sin antes darse cuenta que tienen una obligación de personas (respeto al prójimo se llama, no figura en una ley concreta, pero una sociedad civilizada debe tenerlo). Cada vez hay más abejitas que todos los días elaboran la miel que nunca consumirán, al servicio de diversos reyes (algunos visibles y otros invisibles) que sólo los ven como un número. La recreación pasa por su peor momento, el burdel esta vez no trae consigo el ragtime o el tango, solamente es una cultura menos que descartable. Hacia allí vamos.
Si alguien tuvo la suficiente paciencia como para leer hasta aquí, lo saludo y agradezco afectuosamente. Espero que vengan tiempos mejores, aunque lo dudo muchísimo, los fachos están agazapados debajo de las piedras para apoderarse de lo poco que nos queda.
Si les queda algo de tiempo, vean el canal Encuentro, es algo muy parecido al país que me gustaría tener. Saludos, Seba.

viernes, 30 de mayo de 2008

Realidades

Las vértebras de la razón claman su venganza. La belleza es tan relativa como el color de los ojos, depende del día que amanezca, de cuántas flores se pisen en jardines descuidados. La abstracción es la única realidad. Ya que la realidad siempre depende de lo que cada persona esté capacitada a creer, todo puede ser posible, todo puede ser imposible. Nuestras mentes están dispuestas a aceptar lo que ellas mismas preparan. Las luces que iluminan pueden transformarse en una daga que hiere lentamente. La vida misma es onírica y no deja de ser real. Nos sentimos falsamente seguros con la supuesta realidad de patrones establecidos aunque fuera de ello, entremezclándose a eso, en todos lados donde brille una estrella de pensamiento, hay otros sueños tan reales como la escala segmentaria y cada día más vacía.

La locura me acompañará por siempre, aunque es cuestión de aceptar la diferencia. Los hilos se enredan en la selva del pensamiento, el bien y el mal son sólo falsas puntas del segmento. Las melodías vuelan sobre nosotros, nos absorben, nos rechazan, nos cuentan historias, nos acarician la tristeza y la llevan a un literario hogar. Todo lo que no tocamos podemos amarlo, ¿deberíamos amarlo? El mar parece infinito, sin embargo termina donde comienza otra cultura. Las impresiones en nuestra memoria nos guían por senderos de casi pasividad. El recuerdo puede ser más real que aquello que recuerdo (a lo que hace referencia). La seguridad siempre será parte del segmento, nos mantiene en él sin libertades. La ambigüedad es mala dentro de él, pero nos permite mirar más allá, buscar los vuelos por más imposibles que parezcan. El cruzamiento de las líneas es una cuestión de proposición personal, de saber utilizar los ojos del alma.

¿Por qué las imágenes de un sueño no son reales y las otras sí? Si todo es parte de una misma persona, una misma mente. Contrariamente a lo que pueda suponerse, lo virtual nos acerca mucho más a la realidad, ya que ella es más amplia de lo que se creía. Es real la conexión entre dos personas que nunca se vieron, es real el diálogo con kilómetros de diferencia. Es real todo lo que sucede al instante, luego pasa a ser recuerdo y lo real es el recuerdo pero todos aquellos hechos dejaron de existir.

Los vientos soplan suave bajo la ternura de nuestro infante. El juego fue siempre la primera salida. Con los años cuesta un poco más creerse esa salida, salvo que se la disfrace de arte. Con lo cual llego a pensar que en algunas personas el arte es una necesidad de salida del segmento, un escape de nuestra alma hacia terrenos desconocidos, inexplorados y libres de prejuicios.

jueves, 24 de abril de 2008

Personajes

La perfección es la utopía de los frívolos. Ninguna de las dos cosas existe realmente, ya que el simple hecho de aspirar a situaciones ideales (en uno u otro sentido), las hace de por sí inalcanzables. Esas cosas preciadas pasan a ser parte de la eterna niñez del ser humano en la que la imaginación va más allá de la realidad pero también de lo posible, ya que anhelamos todo tipo de ficciones. Desde ya que la religión en todas sus representaciones posibles es la primera gran obra conceptual representada. En todos los ámbitos en que pueda ser útil a la causa. De todos modos hoy en día no es la única ficción que nos entretiene y nos brinda falsas esperanzas. Es parte de lo normal, cotidiano, y por qué no una cultura aceptada (y establecida) disfrutar y vivir diversos logros ajenos como propios. Ejemplos tales como personajes coloquiales y comunes que permitan sentir a través de ellos lo que no se animan (o atreven) a sentir en sus propias vidas. Estos personajes también pueden ser reales aunque están seleccionados exclusivamente como las mejores uvas para un vino caro. Porque no son otra cosa que un producto con un ínfimo y hasta ambiguo porcentaje de realidad que cumplen una específica y por demás exista función.

lunes, 17 de marzo de 2008

Reflexión nocturna

Es una de esas noches en que el viento se cuela por la ventana sin pedirle permiso a mi tristeza. No conviven pero se ven demasiado seguido, comparten ámbitos similares. Me fui a tocar un poco el piano y volví. El exceso de calderones no logra que mi vida sea atemporal. No sé tampoco si debería serlo, sólo sé que mis dedos van en una dirección que en muchas oportunidades desconozco. Será por una supuesta independencia, será por una interconexión que ignoro por el momento, o simplemente porque lo abstracto y en apariencia sin sentido no puede convivir en este cibernético mundo. El constante cambio hace que nadie sepa quién va al frente, o peor y mucho más grave aún, quizás la liebre que corremos todos los condenados galgos de este mundo sea un mero espejismo, un holograma o un recuerdo de un antiguo visionario.
Es uno de esos momentos en que desearía tener un vicio real más allá de pensar en demasía y tomar agua mineral. Si fumara podría prender un cigarrillo mintiéndome al menos por unos escasos minutos y diciéndome que es el último, motivo por el cual los disfrutaría diferente a los anteriores. Pero no hay anteriores y no creo que haya posteriores tampoco. El arte de los simulacros nunca lo apliqué de esa manera, aunque sí en el modo de expresarme. Es más, creo que simulacro y arte son sinónimos muy parecidos entre sí. Sólo que cambia la aplicación de cada uno de ellos en forma más que sustancial. En el primero de los casos hay una primera intención de conmover y de expresar un sentimiento, mientras que en el segundo se trata más bien de vivir en ese arte sin comprenderlo del todo (en muchos casos inconscientemente adrede), en aferrarse a él y cabalgar por sus praderas siguiendo los mandatos de nuestra cueva interna.
Las melodías no me acompañan esta noche. Puede que estén esperando a las gotas de lluvia que pronto vendrán.